miércoles, 25 de abril de 2012

Merengue



Es un estilo musical, usualmente de tono alegre nacido en República Dominicana, donde más se escucha su característica melodía, acompañada por la tambora (tambor de dos parches), la güira y el acordeón desde donde se fue difundiendo.
El origen de la palabra Merengue se remonta a la época de la colonia y proviene del vocablo muserengue, nombre de una de las culturas africanas que, traída desde las costas de Guinea, llegó a la costa atlántica colombiana.
Su origen sigue siendo un tanto incierto, aunque se sabe que procede de la Contradanza, la Mazurca y el Vals europeos, cuya influencia se extendió por Haití, Venezuela y las Antillas, donde se acompañaba con instrumentos típicos como el tiple, la bordona, el cuatro, el seis y el doce, más tarde, con la tambora, el güiro, la bandurria y el acordeón.
Según algunos, nació como una melodía criolla tras la batalla de Talanquera donde triunfaron los dominicanos. El merengue procede de una de las partes de una melodía llamada UPA Habanera, que pasó a Puerto Rico, de donde llegó a Santo Domingo a mediados del siglo pasado, entre 1838 y 1849. Este baile tenía un movimiento llamado merengue que le dio el nombre al baile actual.
La isla que comprende los países de Haití y la República Dominicana ha producido grandes sonidos a través de los siglos. Dentro del ambiente de la música bailable afrocaribeña, el estilo dominicano del merengue ha jugado un papel muy importante.
Como la contradanza y el danzón cubano, el Merengue emergió en la zona de Santiago de los Caballeros, en la región conocida como Cibao, como descendiente de la "Contradanse" europea durante la mitad del siglo XIX y siguió absorbiendo más elementos africanos y criollos.
En 1844 el Merengue aún no era popular, pero en 1850 ya se puso de moda y fue bien acogido entre los dominicanos. En la década de 1850 se desencadenó una campaña en contra del
Merengue, que ya se había ido difundiendo entre las masas populares pero que era rechazado por la clase alta por su vinculación con la música africana y por sus letras picarescas y vulgares.
El Merengue era una danza festiva, para divertirse, por lo que se extendió rápidamente entre las fiestas del pueblo, por lo que el rechazo inicial fue vencido. En 1875 Ulises Espaillat inició otra campaña contra este baile que fracasó estrepitosamente, pues éste ya había cautivado a toda la región de Cibao, considerada hoy cuna del Merengue. A principios del siglo XX, músicos cultos y muy populares como Juan Espínola y Julio Alberto Hernández apoyaron la difusión del Merengue en los salones de baile.
Su éxito no fue inmediato ya que a pesar de que establecieron la forma musical del Merengue, no pudieron conseguir que el Merengue penetrara en la alta sociedad y se considerara como una creación del pueblo dominicano. Pero a partir de 1930, el merengue logró difundirse en zonas donde antes era desconocido, en parte gracias al reciente uso de la radio. A pesar de esto, la alta sociedad dominicana siguió sin aceptarlo hasta que una familia de buena posición solicitó al músico Luis Alberti que compusiera un Merengue de letra decente para amenizar una de sus fiestas. A partir de entonces, se diseminó muy rápidamente por todo el país.
Como fueron músicos cultos los que fijaron la forma musical del nuevo Merengue, los músicos populares trataron de imitar y seguir este modelo mientras que el hombre de campo continuó tocando el Merengue de la misma forma. Esto dio origen a dos formas de merengue: el Merengue folclórico, que aún se encuentra en los campos, y el Merengue de salón, que es el más difundido. De esta manera, desplazó a algunos otros bailes típicos como la Tumba, que requería gran esfuerzo físico y mental, mientras que la coreografía del Merengue es mucho más sencillo que sus primos cubanos, consistiendo en una danza de dos pasos, en la que el hombre y la mujer no se sueltan nunca, aunque poco a poco fueron desarrollándose diversas figuras para este baile de salón.
El merengue se toca en tempo moderado, compás rápido y ritmo binario, alternando estrofas y estribillos y su estructura estaba compuesta por el paseo, que ha sido suprimido, el Merengue, que se ha alargado, y el jaleo, modificado. La música y la letra de este baile de parejas ha tenido como autores más notables a Johnny Ventura y Félix del Rosario.
Para el año 1980, el Merengue empieza el periodo llamado la época de oro, caracterizado por la aparición de nuevas agrupaciones, sonidos y carácter. Algunos de los artistas más destacados son Wilfrido Vargas, Johnny Ventura, Sergio Vargas, Los Hermanos Rosario, Conjunto Quisqueya, Fernando Villalona, Jochy Hernández, Jossie Esteban y la Patrulla 15, Eddy Herrera y por supuesto el popularísimo Juan Luis Guerra entre otros. Estos llamaron la atención gracias a sus melodiosas canciones y ritmos.


Horacio Fehling


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miércoles, 18 de abril de 2012

Mambo – 2da parte



A finales del siglo XIX, la Contradanza había ganado energía, al contrario que su homólogo europeo, y se empezó a conocer como Danzón. La canción de 1877 «Las alturas de Simpson» fue una de las muchas melodías que crearon una ola de popularidad para el danzón. Una parte del danzón era una coda sobre la que se improvisaba. Las bandas en aquel entonces estaban formadas por metales (orquesta típica), pero fueron continuadas con grupos más pequeños llamados charangas.
La charanga más influyente era la de Antonio Arcano, que floreció al final de los años 1930. La primera canción del nuevo género fue «Mambo», compuesta por Orestes López, chelista de esta charanga.
A finales de los años 1940, un músico llamado Dámaso Pérez Prado inventó un baile para el Mambo y se convirtió en la primera persona en vender su música como «mambo». Desde La Habana, Prado llevó su música a México y luego a Nueva York. Por el camino, su estilo se homogenizó para ser más atractivo para los oyentes estadounidenses.
Tras los pasos de Prado llegó una ola de músicos de Mambo, como Enrique Jorrín. Algunos experimentaron con técnicas nuevas, como ritmos más rápidos y el uso de pasos laterales en el baile; esta última innovación dio lugar a la formación del Cha-Cha-Chá y fue el resultado de la experimentación de Jorrín. El Cha-Cha-Chá estaba muy orientado al público popular, especialmente después de que Arthur Murray simplificara más el baile. El Mambo siguió siendo popular en los Estados Unidos y Cuba hasta los años 1960, cuando se crearon el Boogaloo y la pachanga (ambos formas modificadas del mambo).
Algunas de las bandas más importantes de Mambo de Nueva York en los años 1950 fueron Mambo Aces, Killer Joe Piro, Paulito and Lilon, Louie Maquina, Cuban Pete, Machito, Tito Puente, Tito Rodriguez y Jose Curbelo.
A mediados de los años 1950 la fiebre del Mambo alcanzó su grado máximo. En Nueva York el Mambo se practicaba con un estilo sofisticado que ponía a saltar al Palladium Ballroom, famosa sala de bailes de Broadway. El Ballroom se proclamó el «templo del Mambo», y los mejores bailarines de la ciudad --los Ases del Mambo, "Killer Joe" Piro, Paulito y Lilon, Louie Maquina y Cuban Pete-- llevaban a cabo exhibiciones de Mambo y se hacían un nombre con su expresivo uso de brazos, piernas, cabeza y manos. Había una fiera rivalidad entre bandas. Las bandas de Machito, Tito Puente, Tito Rodriguez y Jose Curbelo deleitaban a habituales como Duke Ellington, Bob Hope, Marlon Brando, Lena Horne y Dizzy Gillespie, por no mencionar a afroamericanos, puertoriqueños, cubanos, WASPs del Upper East-Side y judíos e italianos de Brooklyn. Las clases y los colores se mezclaban en el ritmo incandescente de la música. Incluso músicos de Jazz como Erroll Garner, Charlie Parker, Sonny Rollins y Sonny Stitt cayeron bajo el encanto del Mambo, lo que se puede comprobar en muchas de las grabaciones de música latina que hicieron en los años 1950.
En 1954, el Cha-Cha-Chá, un tipo de Mambo creado por el violinista cubano Enrique Jorrin, miembro de la Orquesta América Charanga, arrasó en la Habana y Nueva York. Más fácil de bailar que el Mambo, con un ritmo más cuadrado y el contratiempo característico en el tercer golpe, se extendió a Europa, antes de ser destronado a principios de los años 1960 por la Pachanga y el Boogaloo.
El Mambo volvió a ponerse de moda en 1995 cuando Guinness utilizó la canción de Pérez Prado Guaglione en una campaña publicitaria con el actor dublinés Joe McKninney. La canción se lanzó como sencillo y alcanzó el número 2 en las listas inglesas. En 1999, Lou Bega publicó una remezcla de Mambo No. 5, otra composición original de Prado, que se convirtió en un éxito por toda Europa.



Horacio Fehling


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miércoles, 11 de abril de 2012

Mambo – 1era parte



El mambo es un ritmo y un baile originarios de África y desarrollados sincréticamente en Cuba como consecuencia de las innovaciones añadidas al Danzón y que se convirtieron en uno de los estilos musicales latinoamericanos más populares de mediados de la década de 1950.
Nadie se ha puesto de acuerdo acerca de la autoría del Mambo pero debemos buscarla entre Orestes López, Arsenio Rodríguez, Pérez Prado y 'Cachao'. Su gestación se sitúa a principio de los años cuarenta y su máximo apogeo lo alcanza casi al final de los años cincuenta.
Lo que sí resulta evidente es que quien dio proyección internacional y realizó los desarrollos orquestales del Mambo fue el músico de Matanzas Dámaso Pérez Prado.
Introduce elementos próximos al jazz, sobre todo en la sección de viento, y cambia los timbales por la batería. Todo ello en conjunción con los ritmos e instrumentos afrocubanos que dan cuerpo al Mambo.
A la hora de bailarlo exige más preparación y destreza en sus pasos y coreografías que otros bailes caribeños por lo que no llega a hacerse tan popular.
El Mambo se baila siguiendo un ritmo sincopado, mezcla de música africana. latinoamericana y Jazz, y se caracteriza por presentar un tiempo de silencio en cada compás, que se corresponde con una pausa en el movimiento de los bailarines con el fin de acentuar la síncopa (desplazamiento del acento rítmico del tiempo fuerte al tiempo débil del compás).
Se baila en pareja, trasladando una pierna extendida hacia adelante o hacia el costado mientras la otra se mantiene en flexión siguiendo el ritmo básico. Con el paso del tiempo desarrolló tres ritmos diferentes: el Mambo sencillo, el doble y el triple. Éste último dio paso al Cha-cha-chá, muy en uso todavía en los concursos de baile de salón de América Latina.
La escena del “Dance in the Gym” (Baile en el gimnasio), de West Side Story (1961, Robert Wise y Jerome Robbins), con coreografía de éste último, presenta una forma de Mambo muy teatralizada.
En el panorama del Mambo además de los citados anteriormente podemos destacar a Machito, Tito Puente, Orquesta Casino, Beny Moré, Tito Rodríguez y Orquesta Riverside entre otros.
El Mambo es de los más rápidos de los bailes tropicales, y tiene una característica común con el Bolero: en ambos el movimiento comienza en el segundo tiempo de la música, lo que les hace más sensuales, a lo que hay que añadir el característico movimiento de caderas de los bailes caribeños. Al pasar el Mambo original a las generaciones siguientes, éstas generalmente tomaron un camino más fácil, empezando a moverse en el primer acento y no en el segundo. Por ello, actualmente son muchos los que bailan el Mambo dando tres pasos en los tres primeros tiempos y una pausa en el cuarto tiempo.
Al igual que en los restantes bailes tropicales, se puede bailar con los cuerpos juntos, teniendo también opción a separarlos, casi más característico del Mambo, por su dinámica y por la dificultad de las figuras que no siempre permiten juntar los cuerpos. Suele ser un baile muy vivo y con numerosos giros, pero sin avanzar mucho sobre la pista.
El mambo moderno comienza en 1938, cuando Orestes López escribió un danzón llamado «Mambo». La canción era un danzón, descendiente de los Bailes de Salón europeos como el baile inglés Country, la Contredanse francesa y la Contradanza española, pero usando ritmos que derivan de la música folclórica africana.
La Contradanza había llegado a Cuba en el siglo XVIII, cuando comenzó a conocerse como danza y se hizo muy popular. La llegada de negros haitianos más tarde en ese siglo cambió la cara de la Contradanza, añadiendo una síncopa llamada cinquillo (que también se puede encontrar en otro derivado de la contradanza, el tango argentino).

 

Horacio Fehling


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