El Baile Popular

Bajo el nombre de Baile Popular se conoce a los bailes que llevan enraizados usos y costumbres del pueblo y que por tradición se han mantenido en las fiestas populares donde se los baila acompañados de música y canto.

Cuando en el siglo XV, del baile popular por estilización se desarrollaron los bailes sociales (de salón), se utilizo en el siglo XVIII la denominación “Baile Popular” para su diferenciación.
Ambas formas de bailar, el Baile Popular y el Social se mantuvieron paralelamente y también se influenciaron mutuamente.
Cada pueblo del mundo tiene sus bailes populares, y solo por ello existe una enorme cantidad y variedad de formas y estilos de baile.
Algunos bailes todavía muy apegados a la tradición, aun hoy se los baila en su forma original.
Los bailes populares que en su estructura rítmica y en su conformación tienen una característica especial para un pueblo, se los denomina bailes nacionales.
Con el correr del tiempo el baile popular perdió mucha de su importancia original. Ya no es un elemento esencial en la costumbre y en la vida de un pueblo. En muchas ocasiones solo se lo conserva gracias a entidades y sociedades folklóricas que tratan con mucho esfuerzo de mantener esa tradición en su sentido original.
Otro factor no menos importante que ayuda y mucho a mantener estos bailes populares, son las corrientes migratorias que en distintas oleadas y por diversos motivos (colonización, guerras, búsqueda de nuevas oportunidades en el exterior, persecuciones étnicas, etc.) se han producido desde el descubrimiento de América.
Cada uno de estos contingentes migratorios no solo se llevo consigo la esperanza de un futuro mejor sino que también traían consigo sus costumbres y tradiciones dentro de las cuales se incluían los bailes de su patria que dejaban atrás.
Apenas un para de décadas después de la II Guerra Mundial las grandes corrientes migratorias no solo venían de Europa hacia América, sino que comenzaron a haber grandes migraciones desde el Cercano y Medio Oriente, hacia los países centrales europeos.
No hace falta ser muy observador para darse cuenta que prácticamente todos los países Americanos son un crisol de razas y que cada una de estas comunidades se ha unido y agrupado no solo en barrios como sucede en las grandes ciudades, sino que han creado sus propios clubes sociales, culturales y deportivos, sus escuelas bilingües y hasta sus iglesias. En cada una de estas entidades enseñan a sus hijos y nietos, el idioma, las costumbres y tratan de mantener viva la llama de la tradición de sus ancestros.


Horacio Fehling


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