miércoles, 15 de febrero de 2012

Cumbia – 1era parte







Cumbia – 1era parte

Baile de origen africano, cuya raíz etimología del vocablo es muy controvertida, sin embargo la hipótesis más generalmente aceptada sobre su origen es que el término es de origen bantú y deriva de cumbé, ritmo y danza típica de la zona de Mbata, en Guinea Ecuatorial, muy popular en Panamá, Venezuela, Perú y sobre todo en Colombia, donde se la considera danza nacional junto al Bambues, el Pasillo, la Guatina, el Galerón, la Chispa, el Porro, el Torbellino y otras.
La Cumbia surge del sincretismo musical y cultural de aborígenes, negros y, en menor escala, de los europeos en la región del delta del río Magdalena en la Costa Caribe colombiana, con epicentro en la región de la población de El Banco, Magdalena, hasta Barranquilla.
Es originaria de la parte alta del valle del río Magdalena (Colombia), de la zona geográfica denominada Depresión Momposina, y aún más precisamente de la zona correspondiente al país indígena Pocabuy (incluidas las culturas de las sabanas y el Sinú) que estuvo conformado por las actuales poblaciones de El Banco, Guamal, Menchiquejo y San Sebastián en el Magdalena, Chiriguaná y Tamalameque en el Cesar y Mompós, Chilloa, Chimí y Guatacá en Bolívar.
Los africanos que llegaron como esclavos a estas regiones, al contar la historia de sus grupos étnicos y aquellos hechos famosos dignos de guardarse en la memoria, se servían de ciertos cantos que distinguían con el nombre de “areítos”, que quería decir, Bailar cantando: poniendo en alto los candiles, llevaban el coreo, que era como la lección histórica que, después de ser oída y repetida muchas veces, quedaba en la memoria de todos los oyentes. El centro del círculo lo ocupaban los que daban la lección con el pie del canto y aquellos más duchos y peritos en el manejo de las guacharacas, millos, tambores y maracas, para entonar con la delicadeza la música de aquellos cantares que fueron pasando, con el tiempo, de ser elegidos a entusiasmar, galantear, querellar y divertir.
Es un ritmo popular en distintos países latinoamericanos, donde ha seguido distintas variantes como la Cumbia mexicana, argentina, peruana, entre otras.
La Cumbia, aire musical que ha trascendido todas las fronteras y que ha dado tantas satisfacciones a la nación colombiana dentro y fuera de su territorio, es madre de muchos ritmos que hoy día se conocen y de los que se podría pensar nada tienen que ver con ella: Porros, Chalupas, Bullerengues, Chandés, Paseos, Sones, Puyas entre decenas más.
La Cumbia y el Fandango, uno de sus derivados, son los únicos bailes populares que aún conservan aquel alumbrado, que en los bailes primitivos a cielo abierto no era otra cosa que las luces que servían de esplendor a las velaciones.
La Cumbia es una danza y ritmo con contenidos de tres vertientes culturales distintas, a saber: negra, blanca (española), e indígena, siendo fruto del largo e intenso mestizaje dado entre estas culturas durante la conquista y colonia de las tierras americanas. La presencia de estos elementos culturales se puede apreciar así:
La forma más auténtica de la Cumbia es exclusivamente instrumental, ejecutada y seguida tradicionalmente por el conjunto de tambores: llamador, alegre, tambora, así como la flauta de millo o las gaitas, macho y hembra, las maracas y el guache. La cumbia cantada es una adaptación relativamente cercana en la que el canto de solistas y coros o cuartetos se alternan a la de la flauta de millo o las gaitas.
El conjunto de cumbia es una ulterior evolución del originario conjunto de la tambora, estando el conjunto de tambora conformado por el tambor alegre y el llamador y, en algunos casos, por la tambora. Es un baile meramente cantado, como el Chandé, con sus palmas y coros, junto al cual luego se sumaron los pitos de las gaitas o los millos.
Se acompaña con instrumentos típicos como el rabel (violín rústico), la tambona y otros tambores de claro origen africano, las maracas, el guache y los pitos (millo y gaitas) de origen indígena, mientras que los cantos y coplas son aporte de la poética española, aunque adaptadas luego, su ritmo se basa en la ejecución del tambor costeño.
Originariamente su coreografía se organiza en base a una serie de parejas sueltas que portaban velas o antorchas encendidas como ofrenda a sus compañeros.
Presencia de movimientos sensuales, marcadamente galantes, seductores, característicos de los bailes de origen africano. 

 

Horacio Fehling


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